Metas claras, planes progresivos

Ayer me entrevistaron en un radioblog y quedó bastante claro que no sirvo (a día de hoy) para hablar en público. Los nervios no me dejaron expresarme, y cuando conseguía coger carrerilla hablaba tan deprisa que ni yo mismo me entendí al oír después la grabación. Hasta ayer no se me había ocurrido plantearme siquiera aprender a hablar bien en público, pero en vista de la decepción que me llevé conmigo mismo, (en realidad era una entrevista telefónica, no quiero ni imaginarme qué me sucedería si tuviera que hablar realmente delante de cientos de personas, cara a cara, y no en la tranquilidad de mi casa) he apuntado como un objetivo relevante aprender a comunicarme ante un grupo numeroso de personas. Bien. Esto me da pie para hablar de las metas. Está claro que las metas no son algo inamovible. A lo largo de nuestra existencia, y según cuales sean nuestras necesidades, deseos, esperanzas, sueños, ilusiones y posibilidades tendremos unas metas u otras. Tampoco debemos obsesionarnos con las metas. No hay que conseguir todo lo que nos proponemos a toda costa porque rara vez conseguiremos al 100% ninguna de nuestras metas, y muchas veces con el paso del tiempo deberemos reescribirlas y adaptarlas a nuestra nueva situación. Pero hay una diferencia enorme entre tener metas y no tenerlas, entre saber adonde queremos dirigirnos o pasarnos la vida apagando fuegos cuando se produzcan. No lo dejes para luego, empieza a pensar a donde quieres llegar en cada plano de tu vida ahora mismo, piensa en ello esta noche cuando te acuestes y escríbelo mañana cuando te levantes. Cuando tengas unas cuantas metas definidas, empieza a trazar un plan detallado para cada una de ellas. Hacer un plan, una vez que tengas la meta clara, es lo más sencillo. Tienes que pensar en pequeñas acciones fáciles de emprender, en pequeños primeros pasos que sepas, puedes cumplir. Si quiero desenvolverme correctamente delante de un numeroso grupo de personas desconocidas, una primera acción sencilla de poner en marcha sería buscar y leer sobre el tema. En internet encontraré muchísima información valiosa. Otro pequeño paso puede ser intentar en el transcurso del próximo mes socializar más; organizar una fiesta, por ejemplo, e invitar a mis amigos pidiéndoles que traigan a los suyos. Tomar alguna clase de dicción para asegurarme de que cuando hablo no me embalo y se me entiende, o grabarme con el ordenador leyendo algo para averiguar cual debería ser la cadencia adecuada, y como perciben los demás mi voz. Hay cosas mucho más sencillas que las que he descrito para empezar pero hoy me siento capaz de empezar por ahí, aunque lo mejor es empezar con planes mucho más sencillos para ir cumpliendo las fases sin contratiempos y ganar confianza con pequeños logros durante todo el proceso. Pongamos como ejemplo que tu meta es mantenerte en forma o perder peso. El plan que deberías trazar para llegar a esa meta no debería empezar por hacer una hora de ejercicio diaria porque si no sueles hacer ejercicio eso podría acabar mal (podría acabar contigo). Una buena manera de empezar sería dar un paseo de diez minutos por la mañana durante la primera semana, veinte minutos la segunda y media hora la tercera. Una abdominal el primer día (por tonto que parezca pararse ahí a priori) dos el segundo, tres el tercer, cuatro el cuarto... dentro de un mes estarás haciendo treinta abdominales diarias que no te costarán esfuerzo y podrás fijarte el siguiente paso, otro pequeño paso fácil de realizar que irá encaminándote hacia la meta con la seguridad de los objetivos cumplidos. Resumiendo: Metas claras, planes progresivos.

Milos Benson Brais