Milos Benson Brais
Planifica, planifica, planifica
Planifica.
Aunque pienses que resulta aburrido saber qué va a suceder y hacia donde se dirige tu vida, planifica.
Aunque creas que no tienes tiempo para hacer más cosas de las que ya haces, planifica.
Aunque aborrezcas pensar en el día de mañana, planifica.
Aunque seas un desastre a nivel profesional, personal o ambos, planifica.
Si eres panadero, panifica y planifica lo que panifiques (juas, juas). Perdón.
Aunque creas que planificar no sirve para nada porque jamás haces lo que has planificado y no crees en los buenos deseos para el año que entra (que la gente suele plantearse el uno de enero), planifica.
Si vas a hacer un viaje, planifica.
Si quieres prepararle una cena romántica a tu pareja, planifica.
Si quieres tener dinero para cuando te jubiles, planifica.
Si quieres hacerte rico, planifica.
Sé exhaustivo, planifica al detalle. Si tienes un plan pensado al dedillo sabrás exactamente los pasos necesarios para llevarlo a cabo.
Lo siguiente lo leí en alguna parte (siento mucho no citar la fuente pero no he encontrado de donde salió, y lo he hecho mío). Va más o menos así:
A ninguno de nosotros se nos ocurriría meternos en un automóvil sin saber a donde va. Pero es precisamente eso lo que hacemos con nuestras vidas. Nos sentamos en la parte de atrás del vehículo de nuestra vida y nos dejamos llevar sin tener ni idea de hacia donde nos dirigimos. Estamos tan ocupados mirando las cosas pasar por las ventanillas que no nos preocupamos por el destino, que debería ser lo más importante del viaje, porque un coche sirve para llevarnos a alguna parte.
Disfruta del viaje, disfruta del paisaje, pero sé consciente de adonde te diriges.
Ponte al volante.
Y planifica.