Milos Benson Brais
No escuches a la horda de agoreros
No escuches a la horda de agoreros
Sea lo que sea lo que quieras emprender, desde un negocio propio hasta tu propia web, pasando por un plan de dieta, aunque te lo prepare el mejor endocrino de tu ciudad, vas a encontrar una fuerte resistencia por parte de la horda de agoreros, cuyo grito de guerra es "No puedes". (A veces se manifiestan también con: "Si fuera tan fácil todo el mundo lo haría", "Ocúpate por una vez de cosas serias" o "Eres un imbécil, no sirves para nada").
El ejército de los agoreros recalcitrantes no se esconde en las alcantarillas. Viven entre nosotros. Son vecinos, amigos, trabajan en el banco o en el supermercado, se parecen a nosotros pero son unos infelices, y se dedican a medrar hasta que consiguen quitar la esperanza a quienes aún conservan algo de esperanza.
A veces el agorero está demasiado cerca. A veces es nuestro marido o mujer. En ese caso, lo siento por ti, porque al agorero no puedes mostrarle que lo que haces da resultados, le da completamente igual. Siempre hay otras cien cosas que no funcionan o no funcionarán en tu idea. Y lo peor es que no se dedican sólo a dar su opinión. El agorero está sembrando a cada momento la semilla del miedo, abre la boca y sus culebras te muerden quieras o no. Al final te dirá: "Es sólo mi opinión, para que tengas todos los puntos de vista", pero en realidad está pensando: "Ya queda menos para que renuncie. Bien."
Al agorero le aterran los cambios. No distingue entre cambios a mejor y cambios a peor, los cambios para el agorero son malos por naturaleza. Intentará por todos los medios que nada cambie. Ni siquiera cuando quieras perder unos kilos. Te recordará que otras veces tampoco te han funcionado las dietas, te hablará de gente que ha sufrido ataques al corazón por haber perdido muchos kilos rápidamente, insistirá una y otra vez en que no puedes hacerlo hasta que te convenza de que no puedes hacerlo. Y te convencerá. Y será culpa tuya.
Por cada emprendedor, por cada ser humano dispuesto a cumplir sus sueños, debe haber, así, contando por lo bajo, unos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve agoreros. La buena noticia es que ellos nunca conseguirán nada, y si dejas de oír sus voces, tú podrás conseguirlo todo.
Así que, ya sabes. Si lo que pretendes es hacerte rico, no escuches a la horda de agoreros.