Milos Benson Brais
Mentirse a uno mismo
Mentirse a uno mismo
Mentirse a uno mismo. Esta es una de las cosas a la que los seres humanos somos más adictos. (La otra es echar la culpa a los demás, pero de esa ya hemos hablado).
Por lo general utilizamos este recurso (el de mentirnos) cuando nos da pereza avanzar. Tengo un amigo de 53 años, en paro, que está haciendo cursos ofertados por el INEM mientras sale algo. En más de una ocasión me ha comentado que le gustaría ser informático o bien retomar la carrera de medicina, que dejó hace casi treinta años. Para no hacer lo primero, lo de ser informático, tiene excusas del tipo "Mi mente ya no es flexible. No me apaño ni con la play station. Siempre habrá gente más joven y mejor preparada". Acabaría antes si admitiera que le da pereza. Él tiene la edad y el porte no para ser informático, sino para ser el dueño de Pc City. Debería centrarse no en lo que cree que podría dársele bien, sino en lo que sueña ser. Y puestos a soñar, no sueñes con ser un informático mal pagado y apaleado. Sueña con ser el jefe de una multinacional. Siguiendo con este planteamiento, un niñato recién salido de la cuna no está preparado para ser jefe de nadie. Él, que ha lidiado con veinte trabajos, que ha sacado una familia adelante, que conoce el mundo laboral y sus posibilidades y conoce el sistema, que obtiene créditos de los bancos, tiene amigos muy influyentes y gente que escucha lo que tiene que decir y lo tratan como un verdadero maestro está preparado para ser grande, para ser quien dirija el cotarro, no para cambiarle las pastillas de memoria a un iMac. El problema es que intenta seguir el patrón establecido (empezar desde abajo) en lugar de saltarse cinco o seis pasos y empezar mucho más cerca de la cima. (Si le cuento esto seguro que le entra el pánico. Luego le enviaré la entrada, a ver qué me dice).
Sobre lo de ponerse a estudiar una carrera, dice que ya es demasiado mayor. ¿Mayor para aprender?
No. Mayor a secas -responde. - Con suerte estaría preparado para los 61.
Le pregunto cual es el problema y me mira como si estuviera loco.
¿A que no crees en la reencarnación? -pregunto.
No -responde.
Pues entonces no vas a tener otra vida para ser médico. Sólo esta. Si quieres ser médico, sé médico.
Pero tendré sesenta y pico años.
- ¿Cuantos años tendrás dentro de ocho?
- 61.
- ¿Y cuantos tendrás dentro de ocho si no estudias medicina?
Aquí su mirada cambia y me dice:
- Creo que por una vez entiendo lo que quieres decir.
La excusa no puede ser nunca los años que tendrás. Te interesa cumplir muchos más y hacer con ellos cosas interesantes. Deja de mentirte a ti mismo y empieza a mover el culo.