La expresión máxima del control se da cuando alguien abandona completamente cualquier clase de control
El titulito de esta entrada tiene tela. Pero hay una forma de explicar lo que quiero explicar. A ver si la encuentro. Imaginemos que queremos aprender a modelar con arcilla. Si tienes la mentalidad del que sabe que se hará rico, la mentalidad que se necesita para hacerse rico, buscarás a alguien que te enseñe por el placer de enseñarte como se amasa la arcilla. Alguien que disfrute haciéndolo, que no sea un negocio para él. Alguien que fluya y se deje llevar, que sea su pasión y no le importe compartirla. Si estás a medio camino entre el que vivirá una vida de segunda y el que se hará rico, posiblemente buscarás un manual, o te apuntarás a una escuela de modelismo. Aprenderás, seguro, pero no te enseñará alguien apasionado, sino un manual aséptico y una escuela que ha convertido un arte en un negocio. Si eres de los que están al final de la cola, de los que prefieren aprender solos y nunca se harán ricos, te comprarás la arcilla y empezarás a modelarla por tu cuenta. Creerás que eres un artista de primera y que tus churros son estupendos, pero no habrá nadie para verlos. Pues bien, así, de primeras, la primera opción parece la buena. Pero no lo es. La verdadera opción se forma con las tres. De la primera cojemos el maestro apasionado, de la segunda el manual y de la tercera, el coraje para emprender desde el primer momento, sin tener ni idea, aquello que nos propongamos, en este caso, modelar arcilla. Y ese es el sentido esencial de ese título tan enrevesado. La expresión máxima del control se da cuando abandonamos cualquier clase de control, perdemos el miedo y la vergüenza y nos lanzamos sin más (sin conocimientos quizá, pero también sin miedos) a la piscina.
No aprendes a andar en bicicleta leyendo sólo un manual, ni escuchando a un ciclista apasionado. Te montas y pruebas, sin saber, pero sabiendo que aprenderás. Quizá te caigas, pero aprenderás.
Hacerse rico no es muy diferente. Ya tienes ideas. Quítate el miedo, consigue la expresión máxima del control... y vuela.